Un carpintero de edad avanzada estaba listo para su retiro. Le contó a su jefe sobre sus planes de dejar el negocio de la construcción para llevar una vida más placentera con su esposa y disfrutar de su familia. Por supuesto que extrañaría su cheque mensual, pero necesitaba jubilarse. Sin duda alguna, ambos superarían esta etapa de alguna manera.
Mientras tanto, el jefe al ver que su buen empleado dejaría la compañía, le pidió que si podría construir una sola casa más, como un favor personal. El ebanista accedió, pero era notorio que no estaba poniendo el corazón en su labor. Utilizaba materiales de calidad inferior y el trabajo era deficiente. Lo cual, era una desafortunada manera de terminar su carrera.
Cuando el maderero terminó su proyecto y su jefe fue a inspeccionar, éste le extendió las llaves de la puerta principal y le dijo: “Esta es tu casa, es mi regalo para ti por todos los años de servicio”.
¡Que tragedia! ¡Que pena! Si tan sólo el carpintero hubiera sabido que estaba erigiendo su propia casa, la hubiera hecho de manera totalmente diferente. Ahora, tendría que vivir en el hogar que edificó —no muy bien que digamos—.
La moraleja de esta historia es que muchas veces construimos nuestras vidas de manera distraída, reaccionando en lugar de actuar y poniendo en ello algo menos que lo mejor. Y por lo tanto, no cuidamos los puntos importantes: nuestra propia persona, la familia, los amigos, el estudio, el trabajo; simplemente dejamos que las cosas sucedan sin esforzarnos en dar lo máximo que tenemos.
Es por ello que, a veces vemos con pena la situación que hemos creado y encontramos que estamos viviendo en la casa que proyectamos. Si lo hubiéramos sabido antes, la habríamos hecho diferente.
Pensemos como si fuésemos el carpintero. Pensemos en nuestra casa. Cada día ponemos un clavo, levantamos una pared o edificamos un techo. Por lo cual debemos planificar con sabiduría, pues es la única vida que podremos construir. Incluso si sólo la vivimos por un día más, ese día merece ser vivido con gracia y dignidad.
“Nada en esta vida es un despropósito, piensa en la experiencia y las oportunidades que te están esperando”.
Con esta breve reflexión despedimos el 2018. Queremos externar nuestro agradecimiento a clientes y amigos por los retos, los logros y metas alcanzadas. Gracias por confiarnos su seguridad, su patrimonio, y permitirnos acompañarlos en sus decisiones.
Que las experiencias vividas a lo largo de estos 365 días enriquezcan su camino de vida, que sus sueños y aspiraciones encuentren energía renovada en el año que comienza.