Evidentemente hoy en día en la sociedad es inevitable el consumo. Todos tenemos una serie de necesidades que cubrir y para ello entramos en un círculo comercial que lleva siglos de funcionamiento, el cual consiste en la adquisición de bienes y servicios a cambio de dinero.
Por desgracia, en los últimos años, éste sistema comercial ha dado pasos gigantes y pareciera que se ha salido de control, razón por la cual nos encontramos inmersos entre la obsesión por vender de parte de las empresas y la obsesión por consumir o comprar, provocando en muchos casos caer en el endeudamiento con los riesgos y consecuencias que pueda traer.
Está demostrado que una tercera parte de los adultos sufre de problemas para controlar el dinero que gasta, incluso cerca del 5% llega a ser adicto al consumo de forma patológica. En mayor o menor medida nos hemos visto influenciados por la publicidad, que incita a vivir por encima de nuestras propias posibilidades y haciendo creer que el prestigio social está determinado en lo que adquirimos, más allá de satisfacer las necesidades esenciales para vivir.
La publicidad y los niños
La publicidad ha encontrado un extraordinario y virgen mercado en las cabecitas de los niños. Constantemente expuestos a la publicidad a través de diversos medios, e inmersos en su propia naturaleza insaciable de niños, se convierten en el blanco perfecto de los publicistas.
Aunado a lo anterior, el actual ritmo de vida, la falta de presencia y tiempo de los padres y por lo mismo, la necesidad de canjearse el cariño de sus hijos; los niños corren peligrosamente el riesgo de desarrollar hábitos no sanos de consumo, incluso ante ciertas carencias emocionales, de sustentar su propia felicidad en la medida en que se satisfagan sus necesidades materiales.
Por otro lado, los niños son grandes observadores: si los adultos de su entorno desean y compran todo lo que se anuncia en televisión, revistas, Internet, etc., estos pequeños aprenderán a vivir de igual manera, entrando en un juego en el que los adultos, por ofrecer “lo mejor” a sus hijos, satisfacen la mayoría o gran parte de estas peticiones o deseos que después se convertirán en exigencias. Incluso los padres más responsables no pueden evitar plantearse si sus hijos tienen todo lo que necesitan, o compararlos erróneamente con otros niños con mayor posibilidad de consumo.
Labor de Padres
Este tipo de situaciones se dan principalmente en familias a partir de clase media, mas no tiene por qué ser una norma: los padres somos responsables de guiar a los hijos a través del ejemplo y la educación, definir estrategias y desarrollar en ellos hábitos y conductas que los conviertan en personas plenas y seguras, con un criterio ante el consumismo.
Algunas sugerencias que pueden ayudarte a cumplir con lo anterior son:
- No comparar a los propios hijos con los demás niños. Cada persona es única y con necesidades diferentes al resto.
- Evitar caer en “competencia por consumir” comprando sólo para que los niños tengan lo más nuevo o más que los demás.
- Meditar y tener muy clara la diferencia entre las necesidades como adultos y las necesidades de los niños. Evitar utilizar a los hijos para satisfacer los propios deseos de prestigio o reconocimiento.
- Nunca satisfacer los deseos de compañía, cariño y dedicación de los hijos con bienes materiales.
- Tener muy claro que, en muchas ocasiones, una demostración de amor puede ser decir “no”.
- Distinguir cuándo una compra es necesaria o sólo un deseo.
- Ofrecer a los hijos oportunidades creativas de desarrollo de sus capacidades a través de juegos o experiencias, sin caer en el consumo.
- Limitar el tiempo que pasan viendo televisión y cualquier otro tipo de actividad pasiva y sedentaria. Ofrecer actividades motivantes como alternativa.
- En la actualidad, al existir muchos objetos de “usar y tirar”, es necesario hablar constantemente con los niños para evitar que el concepto de “desechable” se traspase a las áreas o aspectos importantes de su vida.
- En la medida que su capacidad lo permita, implicarlos en la elaboración del presupuesto familiar, haciendo previsión de los ingresos y gastos de acuerdo a las necesidades de la familia.
- Educar a los niños para que se conviertan en consumidores maduros: críticos, racionales y solidarios con el medio ambiente, y al mismo tiempo, convertirlos en adultos capaces de manejar finanzas sanas.
Prevento siempre presente en los momentos importantes de tu vida.
Prevento Agente de Seguros S.A. de C.V.