Para poder alcanzar nuestros objetivos a corto, mediano y largo plazo, debemos ser perseverantes y no darnos por vencidos, pues muchas veces el motivo de nuestras fallas es la falta de motivación.
El compromiso personal es con uno mismo y con nadie más, es un pacto que se lleva a cabo contigo mismo al autoimponerte ciertas metas y establecer ciertas condiciones para lograrlo, es aquí donde tu palabra entra en juego, pues si lo logras puedes estar satisfecho, pero si no, irás perdiendo credibilidad.
Según los hábitos de la gente altamente efectiva, tu palabra se debe de volver sagrada e inquebrantable, si hacer esto fuera fácil, todos cumpliriamos nuestros objetivos mañana mismo, pero lamentablemente no es así, es una práctica que requiere autodisciplina a gran escala.
Debes de analizar muy bien el contexto de tu objetivo, asegurarte que dispones de conocimientos, habilidades y voluntad para cumplirlo con éxito y en el plazo establecido.
Recordemos que el uso de la palabra tiene un efecto en la programación mental, si la quebrantamos, poco a poco iremos perdiendo la voluntad y credibilidad en nosotros, lo que nos puede llevar incluso a perder el control de nuestra vida, no sólo por la opinión que se forman los demás sobre nosotros, sino por el mensaje que llega al inconsciente de esas personas.
Hay personas que no están acostumbradas a la disciplina y les puede resultar más complicado apegarse a un plan de actividades estricto, sin embargo, con un poco de voluntad y disposición se puede conseguir, comenzando por objetivos pequeños día a día, hasta alcanzar una gran meta.
Recuerda que si fallas, no hay nada de qué avergonzarse, con un poco de voluntad siempre puedes volverlo a intentar, la vida es un examen de prueba y error, encuentra tu fórmula y logra tus objetivos.